Migraña en niños y adolescentes
¿Qué es la migraña?
La migraña es una enfermedad neurológica muy frecuente, cuyo síntoma principal es el dolor de cabeza, lo que llamamos cefalea. Esta cefalea va a tener unas características concretas y se puede acompañar de otros muchos síntomas como las náuseas o los vómitos y la hipersensibilidad a estímulos externos como luces, ruidos u olores.
¿Los niños pueden tener migraña?
Sí. Aunque la migraña afecta más frecuentemente a personas de entre 20 y 55 años, los niños también pueden padecerla.
La edad típica de aparición de la migraña en la infancia se sitúa entre los 7 y 10 años, aunque puede presentarse antes.
Además, la prevalencia (la probabilidad de padecerla) aumenta progresivamente con la edad y se produce un cambio en la distribución por sexo: antes de la pubertad la migraña es ligeramente más frecuente en varones, pero a partir de la adolescencia predomina en las mujeres.
¿La migraña se hereda?
Sí, la migraña tiene un fuerte componente genético. Lo habitual es que en la misma familia existan varios miembros afectados. Los hijos de padres con migraña tienen un riesgo aumentado de padecerla en comparación con la población general (aproximadamente el doble si uno de los progenitores la padece), siendo el riesgo mayor si el que la presenta es el padre o si ambos están afectados.
¿Cómo es la migraña en los niños?
Los niños que padecen migraña van a presentar episodios de fuerte dolor de cabeza que llamamos crisis de migraña. Estas crisis de migraña, si bien pueden tener una duración de hasta 72 horas, lo habitual es que en la infancia sean mucho más cortas (de unas 2 horas), especialmente en los niños más pequeños. El dolor suele localizarse a nivel frontal (uno o ambos lados) y también en la región temporal (las sienes), siendo en los adolescentes más frecuentemente hemicraneal (medio lado de la cabeza). Es característico que la cefalea empeore con la actividad física o simplemente con los movimientos cefálicos.
El dolor suele ser referido como una punzada, palpitante u opresivo, y en muchos casos se acompañará de nauseas o vómitos, así como de intolerancia a estímulos intensos como luces brillantes, fuertes ruidos u olores. Asimismo, los niños pueden mostrarse irritados, cansados o con palidez cutánea y ojeras.
En algunos casos, pueden presentar una forma de migraña llamada migraña con aura, en la que además del dolor de cabeza van a asociar síntomas transitorios antes de la aparición de la cefalea o al inicio de la misma, fundamentalmente visuales (destellos o visión borrosa), y menos frecuentemente hormigueos en un lado del cuerpo o dificultad para el habla.
¿Y cómo la diferenciamos de otros dolores de cabeza?
Por un lado, diferenciamos la migraña de la cefalea tensional —otra de las cefaleas más frecuentes— teniendo en cuenta, además de la existencia de antecedentes familiares de migraña, las siguientes características:
- intensidad del dolor y discapacidad que ocasiona (mayor en la migraña).
- localización (típicamente hemicraneal en la migraña y más generalizado en la cefalea tensional, aunque con excepciones).
- duración de la cefalea (desde horas hasta 3 días en la migraña y episodios más prolongados en la cefalea tensional).
- empeoramiento con la actividad física o el ejercicio (característico de la migraña).
- asociación con náuseas/vómitos, así como hipersensibilidad a estímulos (típico de la migraña).
Por otro lado, debemos diferenciar la migraña de otras cefaleas potencialmente graves como las que se producen en el contexto de meningitis o las debidas a lesiones cerebrales como en el caso de los tumores.
Los principales signos y síntomas de alarma son:
- fiebre
- mal estado general
- disminución del nivel de conciencia (somnolencia)
- aparición de crisis epilépticas
- progresión de la cefalea: cada vez más intensa y persistente, llegando incluso a dificultar el sueño nocturno.
¿Qué son los síndromes episódicos asociados a la migraña?
Los síndromes episódicos asociados a la migraña, también denominados “equivalentes migrañosos”, son una serie de trastornos que pueden aparecer en la infancia y que se consideran en muchos casos precursores de migraña, aunque en otras ocasiones se presentan en niños que ya presentan crisis de migraña. Los más conocidos son los ataques de vértigo (vértigo paroxístico benigno) o los que cursan con sintomatología digestiva como la migraña abdominal (episodios recurrentes de dolor abdominal, malestar general y a veces también nauseas o vómitos) y el síndrome de vómitos cíclicos (episodios de vómitos repetidos, en ocasiones muy intensos y malestar abdominal).
¿Cómo se diagnostica la migraña?
El diagnóstico de migraña es siempre clínico. Esto quiere decir que mediante la entrevista y la exploración física llevada a cabo en la consulta médica se puede establecer el diagnóstico de migraña. En la mayoría de los casos no es necesario realizar pruebas complementarias, y estas solo son precisas si existen dudas diagnósticas.
¿Qué podemos hacer para evitar las crisis de migraña en los niños y adolescentes?
Las estrategias no farmacológicas son fundamentales en el manejo de la migraña, especialmente en los niños y adolescentes. Contribuyen a reducir la frecuencia, duración e intensidad de los episodios. Para ello es esencial la educación y la participación familiar, así como modificaciones del estilo de vida:
- Mantener una correcta higiene del sueño: horarios regulares para dormir y despertarse (también los fines de semana), evitando la exposición a pantallas al menos una hora antes de dormir.
- Control del estrés: si existe ansiedad asociada pueden ser muy útiles la terapia psicológica y las técnicas de relajación.
- Hábitos de alimentación adecuados: evitando periodos de ayuno prolongados y manteniendo una correcta hidratación.
- Realizar actividad física de manera regular: ejercicio físico varios días por semana.
¿Tiene tratamiento la migraña en los niños y adolescentes?
Sí. Además de las medidas no farmacológicas, la migraña puede y debe tratarse, también en los niños y adolescentes. Para ello es necesario una valoración médica (por pediatra, médico de atención primaria o neurólogo en algunos casos), indicando un tratamiento farmacológico adecuado para controlar las crisis de migraña cuanto antes.
En ocasiones, también será necesario un tratamiento de mantenimiento denominado terapia preventiva, que tiene por objetivo lograr un mejor control de la enfermedad, disminuyendo el número de ataques de migraña, su gravedad y la discapacidad asociada a los mismos.
